Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas
Para los nayaritas, el “Son de la negra” es un símbolo de identidad y se defiende cada que hay oportunidad, ya que es una melodía que se escucha con frecuencia lo mismo en Guadalajara que en otras ciudades del occidente del país y algunos incluso llegan a pretender adjudicarse la autoría.
Ante el afán de algunas personas por darle un origen distinto, al fin la investigadora Tita Briseñlo, ha concluido en definitiva que tanto el autor, como la mujer a la que se dedicó son nayaritas, de Tepic para más señas y da los nombres y los domicilios donde vivieron, de manera que no queda duda de los personajes.
En un escrito que se ha difundido por redes sociales, relata que el “Son de la negra” está dedicado a una mujer muy bonita de nombre Albina, quien nació en Tepic, Nayarit, en 1911, en la calle Zaragoza y Monterrey. Y aclara, que a pesar de lo que muchos creen, no era negra de color; así le apodaban por ser la más morena de la familia Luna Pérez.
Es más, precisa, era una actriz que actuaba en el teatro Calderón, que más tarde se convirtió en el cine Amado Nervo. Además, trabajaba como costurera en la fábrica de telas “Jauja” y en una cigarrera. Albina era una mujer activa, de carácter fuerte, y muy alegre. La gente la recuerda por tomar el mariachi por la calle Libertad, bebiendo cerveza y siempre acompañada de su canción favorita.
Según ha establecido la autora de la historia, cuando tenía 17 años, Albina fue raptada por un hombre de la costa, quien la metió en un costal. El padre de Albina lo obligó a casarse con ella. Sin embargo, su esposo la golpeaba, por lo que tuvo que abandonarlo. Luego, se casó con un militar, pero también lo dejó por mujeriego. Albina no tuvo hijos.
ORIGEN DE LA CANCIÓN
Fidencio Lomelí, músico de mariachi y concuño de Albina, se enamoró de ella y la cortejaba constantemente, aunque ella no le mostraba mucho interés. En una fiesta en Santiago Ixcuintla, donde Albina trabajaba, Fidencio le compró un rebozo de seda en la fábrica de Jauja y se lo llevó hasta Santiago. Albina aceptó el regalo y coqueteaba con él, pero solo le daba esperanzas, diciéndole que algún día le diría que sí, sin especificar cuándo.
En ese contexto, Fidencio decidió componer “El Son de la Negra” para su musa, con el apoyo en la musicalización de su hermano Alberto. La canción ganó popularidad gracias a los hermanos Fuentes y luego al Mariachi Vargas de Tecalitlán. Una vez, mientras tocaban la melodía los “Chilinos”, el mariachi de los hermanos Lomelí, Silvestre Vargas escuchó la canción en Mojarritas, Nayarit, y quedó maravillado. Les pidió la canción y la llevó más allá del estado y del país, con arreglos musicales para trompeta y otros instrumentos.
Fidencio Lomelí Gutiérrez falleció en extrema pobreza en Tijuana en 1964. Albina “La Negra” murió en el año 2000, en Tepic, Nayarit, en la calle Libertad, donde vivió sus últimos años. Ninguno de los dos protagonistas participó en la polémica que se generó entre aficionados a la música sobre el origen de la misma.
LA LETRA
A pesar de su letra corta, la musicalización y la armonía de la canción le dan una euforia y entusiasmo únicos. Cuando entra el mariachi a una fiesta, esta suele ser la primera canción que tocan, especialmente si están fuera del país. Todos golpean su cerveza en la mesa o bailan zapateado para demostrar el orgullo de ser mexicanos.
Negrita de mis pesares
Hojas de papel volando
Negrita de mis pesares
Hojas de papel volando
A todos diles que sí
Pero no les digas cuándo
Así me dijiste a mí
Por eso vivo penando
Cuando me traes a mi negra
Que la quiero ver aquí
Con su rebozo de seda que le traje de Tepic
Cuando me traes a mi negra
Que la quiero ver aquí
Con su rebozo de seda que le traje de Tepic