Por Miguel Ángel Ocaña Reyes/Puerto Vallarta
El restaurante Tarantella fue el escenario de un emotivo homenaje póstumo en honor a Deborah Leigh Acosta, empresaria y pionera en el ámbito artístico de Puerto Vallarta. Amigos cercanos, familiares y admiradores se reunieron para celebrar la vida de una mujer cuya pasión y calidez dejaron una huella imborrable en quienes tuvieron el privilegio de conocerla.
El evento, presidido por su esposo durante 35 años, Mauricio Javier Acosta Rendón, fue una ocasión marcada por la nostalgia y el agradecimiento. Profundamente conmovido, Mauricio expresó con palabras llenas de emoción: “Fue el amor de mi vida, una persona que, al igual que a mucha gente, me cambió la perspectiva de la vida. Viví muy feliz con ella.”
Deborah Leigh Acosta llegó hace 46 años a Puerto Vallarta desde Estados Unidos, en una época que definió como la “época dorada” de este destino turístico. Visionaria y emprendedora, fue una de las primeras mujeres empresarias en el entonces emergente Puerto Vallarta. Con gran determinación, abrió tres galerías de arte que no solo fueron un punto de encuentro para la cultura y la creatividad, sino también para la comunidad que admiraba su energía y su carisma inigualables.
Su galería en Marina Vallarta fue especialmente recordada por las Noches del Arte, eventos que congregaban a artistas, visitantes y amigos en un ambiente de celebración cultural. Muchos de los asistentes al homenaje compartieron anécdotas que reflejaban el don de gentes y la bonhomía de Deborah. Una de sus amigas, proveniente de Estados Unidos, destacó: “Deborah era una mujer radiante, su entusiasmo era contagioso y siempre encontraba una manera de alegrar el día de quienes la rodeaban.”
El evento fue un testimonio del amor y admiración que despertaba entre sus amigos y familiares, quienes recalcaron su carisma y humanismo. Deborah no solo destacó como empresaria, sino también como una persona que cambiaba vidas con su energía positiva y su capacidad de conectar con las personas.
Mauricio Javier Acosta, rodeado de amistades que viajaron desde diversas partes de Estados Unidos para rendir homenaje a Deborah, agradeció profundamente el cariño y las muestras de afecto hacia su esposa, reafirmando que su legado vivirá por siempre en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de compartir su vida con ella.
El homenaje concluyó con un brindis en su honor, acompañado de palabras de amor y agradecimiento que resonaron en el cálido ambiente del restaurante, recordando a Deborah Leigh Acosta como un ícono de humanidad, carisma y amor por la vida.