EDITORIAL
A mediados de la semana pasada la Secretaría de Turismo difundió un comunicado en el que asegura que esta región del occidente del país lidera en ocupación, derrama y afluencia.
En el caso de Puerto Vallarta y Bahía de Banderas/Riviera Nayarit se trata de una verdad a medias y es que para hablar del promedio de ocupación deben considerarse indicadores comparativos con el resto de los destinos turísticos, particularmente los de playa del país como Cancún, Riviera Maya y Los Cabos que son los más grandes, amén de Acapulco que sigue en recuperación.
Es necesario tomar en cuenta el número de habitaciones disponibles en el destino turístico, considerando que en Puerto Vallarta hay alrededor de 26 mil cuartos de hotel de todas las categorías.
De esta cifra, cerca de 15 mil 500 cuartos pertenecen a hoteles tradicionales y el resto al tiempo compartido que no es contabilizado para los efectos de la estadística.
En tanto, en Riviera Nayarit operan entre 22 mil o 24 mil habitaciones, entre cuartos tradicionales y de tiempo compartido, de tal manera que en esta región estarían disponibles unas 48 mil o 50 mil habitaciones que, hay que decirlo, no están nada mal.
Sin embargo, en estas condiciones es imposible competir en promedio de ocupación con destinos como Cancún y Riviera Maya, que suman cerca de 90 mil habitaciones a razón de 35 mil y 55 mil cuartos de hospedaje, respectivamente, según revelan los datos del gobierno del estado de Quintana Roo del año pasado.
Es así que no es lo mismo llenar 50 mil habitaciones que llenar 90 mil cuartos en cualquier época del año, es sencillamente necia la comparación, no existe, no hay modo.
Es precisamente por esta razón que hace algunos años surgió inconformidad y malestar en el sector privado local, cuando el gobierno del estado de Nayarit difundió con bombo y platillo las estadísticas del sistema Datatur, perteneciente a la Secretaría de Turismo.
Resulta que, según Datatur, Nuevo Vallarta se erigía como el líder nacional en ocupación durante varias semanas a lo largo del año, aunque lo que nunca dijeron fue que el destino turístico solo contaba con 4 mil habitaciones.
Con este dato queda evidenciado que las comparaciones entre destinos de playa nacionales no son equilibradas y se prestan para manipularlas a modo y a conveniencia del gobierno de que se trate, ya sea federal, estatal o municipal.
Otro rubro que debemos lamentar en el comunicado de la Secretaría de Turismo es ignorar desde el principio el trabajo realizado por el sector privado, especialmente el hotelero.
La dependencia atribuye el éxito del destino a su “trabajo”, al afirmar que “las estrategias de promoción turística implementadas por el gobierno a través de la Secretaría de Turismo a lo largo de este año han arrojado resultados positivos (…) la afluencia, derrama económica y ocupación hotelera son evidencia del atractivo que se tiene a nivel nacional e internacional y de que la estrategia de promoción que hemos estado llevando a cabo ha sido la adecuada. Vamos a seguir trabajando fuertemente en la promoción turística para mantener esta tendencia y, por supuesto, el crecimiento del sector”.
En fin, que a estas alturas del partido ya es muy fácil colgarse los milagros ajenos como propios, sobre todo en materia de turismo, en donde ya no sentimos lo duro sino lo tupido en esta región, especialmente pasada la temporada de verano que dejó mucho que desear…












