Crónica de un viaje interminable a Bahía de Banderas

Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas

Con el “puente” del pasado fin de semana, volvieron los embotellamientos provocados por las obras de los otros puentes, los físicos que fueron construidos a la altura de la ex glorieta de Las Juntas o pasado el aeropuerto Internacional.

Los pasajeros que abordaron el camión de los Medina en el paradero frente a la terminal marítima se imaginaron llegar a más tardar en una hora a San Vicente, o a el Porvenir, y hora y minutos en San José del Valle. Nadie contaba con que la constructora cerrara la circulación en la lateral para levantar el concreto ya que todo ha sido rediseñado.

Ahora sí, toda la circulación fue canalizada por el nuevo puente y eso provocó un atorón mayúsculo de vehículos que entorpeció todo el norte de Puerto Vallarta, desde la Plaza Marina, la colonia Villa de Guadalupe y la calle que conduce al Centro Internacional de Convenciones, donde los automovilistas quedaron atrapados.

Solo de la gasolinera ubicada frente a plaza Marina al puente peatonal del aeropuerto, los vehículos tardaron algo así como media hora. Los pasajeros soportaron con paciencia la lentitud, aunque los vehículos se movían literalmente a “vuelta de rueda”.

Esperaban que el viaje se agilizara y así aguantaron a pesar del calor que comenzó a sentirse. Aunque el camión iba prácticamente lleno, con todos los asientos ocupados, en la parada frente al aeropuerto subieron todavía unos 10 o 12 pasajeros más, solo para seguir parados dentro del camión.

Desde ese punto hasta el ingreso a la central camionera el recorrido se hizo más lento. Una pareja se acomodó al final del camión, en la puerta trasera y ahí se sentó el joven, mientras la mujer se movía de un lado a otro por el cansancio en las piernas. En la última fila de asientos, un joven con ropas sucias, con evidente descuido, se paró para darle el lugar a una mujer que venía parada.

El viaje siguió lento. Al paso de casi una hora, el joven comenzó también a sacudir sus pies y movía las piernas en el espacio que le permitían los demás pasajeros. Una mujer del asiento se sintió incómoda. Pero más incómodo se sintió un hombre de unos sesenta años, que comenzó a llamar la atención al muchacho, que además llevaba en las manos dos botes de cerveza, uno ya agotado.

No obstante, se mantenía ecuánime ante los reclamos groseros del pasajero que venía sentado, pero que según él quería corregir la conducta del otro. El muchacho respondió algunas palabras ofensivas del otro, y por eso el sexagenario le amenazó que llamaría a una patrulla y simuló en su celular una llamada, diciendo que iba en el Medina, con destino a Valle de Banderas.

Le ordenaba con malas palabras y amenazas que se bajar, aunque no le había hecho ni dicho nada ofensivo. El hombre se alteró y eso hizo intervenir a la mujer que había ocupado el asiento del muchacho y de otro hombre joven que venía arrinconado en la puerta trasera, que también lo conoce.

“Callate chilango”, le gritó uno, “ni licenciado es”, decía la mujer, pero ni así se calmó el influyente sujeto que ordenó al joven que se bajara. El autobús logró pasar el punto conflictivo de la ex glorieta de las Juntas, donde una máquina arrancaba el concreto y explicaba la razón del embotellamiento.

En el interior del autobús el ambiente se caldeaba, y al llegar a la altura de Lago Real, el joven que según dijo, no tiene trabajo ni casa y que vive en la calle, se bajó del camión para que le dejara de molestar el sujeto presuntuoso de influyente.

La unidad se fue vaciando y en la plaza de San Vicente, el hombre de complexión delgada, de cabello cabo se bajó y desde el camión en movimiento el hombre le gritó alguna peladez, como para desquitarse. Según dijo después es un cretino que en otra ocasión también a él le había amenazado con echarle la patrulla y detenerlo porque conoce gente en la fiscalía.

Los pasajeros quedaron con la impresión de que solo se trata de un presumido que cree tener influencias en todos lados, solo porque lo saludan.

A las tres horas después de haber abordado, algunos llegaron a su destino, pero el viaje resultó extremadamente estresante.

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