Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas
Muchos restaurantes incrementaron los precios de sus platillos debido a la inflación, pero sobre todo debido al criterio impuesto por chefs y cocineros que argumentan factores económicos.
Para algunos, esto se debe a que los costos de los ingredientes, la mano de obra y otros gastos operativos han aumentado y eso obliga a restauranteros a trasladar esos costos a los clientes a través de precios más altos.
Sin embargo, no siempre el argumento es válido, porque los turistas nacionales no se explican cómo una Coca Cola cuesta en la Ciudad de México 15 pesos y aquí se vende hasta en 22 en las tiendas Oxxo y en algunas tienditas hasta en 25 pesos. El caso se repite en la cerveza de las diferentes marcas y en otros productos básicos.
El tema de la tortilla también les sorprende a los turistas capitalinos, pues mientras en el Valle de México se vende en 15 pesos el kilo, aquí cuesta 30 pesos o más en las tiendas y les da la impresión que los comerciantes abusan del turista y de los consumidores locales al cobrar precios estratosféricos.
Pero donde en verdad se espantan es en el precio que exhiben las cartas o menús de los restaurantes del malecón y de toda la zona turística, donde los platillos exhiben descaradamente precios que van de 600, 600, 900 y hasta más de mil pesos.
Muchos comensales al elegir su comida, pasan por los restaurantes, ven las cartas con sus precios y se pasan de largo, aunque la “hostess” que todos tienen en la puerta muestre la mejor sonrisa.
Pocos son los restaurantes que tengan platillos de 200 pesos o de 300 pesos, uno de ellos es el que se encuentra casi frente a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, donde el comensal puede cenar platillos muy mexicanos a precios accesibles y el resultado es que está constantemente lleno, y los clientes entran y salen tanto a hora de la comida, como a la hora de la cena.
El problema también se refleja en los centros de alimentos y bebidas de Bucerías y de toda la Riviera Nayarit, y un ejemplo es que, en una pequeña fonda, ubicada en el parea del mercado del arroyo el Indio, una cazuela de mariscos cuesta 220 pesos, igual que un ceviche con camarones y pulpo. No es barato, pero el problema es el ambiente, ya que se pone música de banda y las mesas están en la calle, por lo que a la gente no le checa el precio con el lugar, aunque la comida es de regular calidad.
En los restaurantes de la playa, desde el conocido “Gordo”, hasta otros más allá hasta el Tizate, los precios igualmente son realmente prohibitivos para un consumidor promedio y los turistas se sorprenden y por eso se ha generalizado la idea de que Puerto Vallarta y Riviera Nayarit son “caros”, pues se compara con Veracruz, donde una sopa de mariscos puede costar 120 pesos o un plato de camarones 150 pesos.