Agencias/EFE/El Vaticano
Este domingo el papa Francisco ha sido dado de alta luego de 38 días de hospitalización. El Pontífice salió del Policlínico Gemelli de Roma, donde fue ingresado el pasado 14 de febrero por una grave infección respiratoria.
Poco antes, Francisco había reaparecido en público desde una ventana del edificio, acto con el que agradeció el apoyo de la multitud que esperaba para verle.
En el texto del Ángelus que se difundió escrito por sexto domingo consecutivo, Francisco se mostró “entristecido” por los bombardeos israelíes en Gaza, pidiendo “un alto el fuego definitivo”.
Dejó el hospital en dirección a su residencia en el Vaticano, pero, por sorpresa, cambió de dirección cuando estaba llegando.
En un movimiento inesperado, la comitiva encabezada por el pequeño utilitario que habitualmente utiliza el papa para sus desplazamientos, se desvió de su camino para desplazarse primero a la Iglesia de Santa María La Mayor, que custodia el icono ‘Salus Populi Romani’, del que Francisco es muy devoto y que visita siempre después de sus viajes.
Durante su recorrido por las calles del centro de Roma, que fue retransmitido en directo por la televisión pública italiana RAI, numerosos viandantes se detuvieron en las aceras para aplaudirle, mientras Francisco, que llevaba las cánulas nasales para recibir oxígeno, saludaba desde el interior del vehículo y agradecía las muestras de cariño.
En la basílica romana, en la que Francisco quiere ser sepultado, el Pontífice dejó un ramo de flores en señal de agradecimiento a la Virgen tras su larga hospitalización y después la comitiva se dirigió, esta vez sí, a su residencia en la Casa de Santa Marte del Vaticano.
PAPA FRANCISCO DADO DE ALTA
El Pontífice, de 88 años, abandonó el hospital poco después de asomarse a una ventana del segundo piso del Gemelli, en su primera aparición pública en seis semanas para saludar y bendecir a los fieles tras una hospitalización en la que sufrió dos graves crisis que pusieron su vida en peligro.
“Agradezco a todos”, dijo ante la multitud que abarrotaba desde una hora antes las puertas del centro y las cámaras de televisión de medio mundo. Apareció en silla de ruedas, con buen aspecto y sonriente, mientras levantaba el pulgar y la multitud que le esperaba gritaba: “Papa Francisco, Papa Francisco”.