EDITORIAL
En la semana que concluyó nos enteramos de que un grupo de jóvenes hizo una inusual petición en la playa de Los Muertos al solicitar a turistas, residentes y habitantes no dejar su basura en el lugar y, por supuesto, en ninguna de las otras playas de Puerto Vallarta que se los ocurriera visitar en los días posteriores.
En particular, este grupo de voluntarios hizo un llamado a los visitantes presentes en ese momento para dejar limpia la playa de Los Muertos para los turistas que llegaran al día siguiente, es decir, que la dejaran tal y como la encontraron desde en la mañana que comenzaron a llegar: Limpiecita.
Los jóvenes pidieron directamente a los bañistas levantar su basurita -y también su basurota- para llevarla a los botes contenedores destinados para ello en la playa.
Resulta que este tipo de solicitudes estarían de más si las personas se comportaran como tales, como ciudadanos pensantes y responsables, si demostraran un poco de educación cívica y ambiental.
Lamentablemente, desde siempre ha sido muy común ver cómo chicos y grandes arrojan su basura en la calle, ya no se diga la forma en cómo la abandonan en la playa en donde se la pasan de lo lindo, pero cuando de recoger sus desperdicios se trata se hacen como el tío Lolo, según dicen quienes los han visto.
Es por esta y otras razones que en Puerto Vallarta y Bahía de Banderas –lo mismo que en todo el país- es urgente insistir en la educación ambiental, en la responsabilidad cívica y en el bienestar de todos, porque da pena ajena ver cómo los niños tiran envolturas, frascos y botes en las calles después de que se comieron su gansito, sus papas, un refresco o un jugo. Si ellos –los niños- son el futuro de nuestro país, que sucio se ve ese futuro.
Y ya no se diga de los adultos, quienes de plano sí son unos sinvergüenzas hechos y derechos, a quienes les vale gorro tirar su “basurita” en la calle, a sabiendas de que están contribuyendo con la acumulación de desechos en la vía pública.
Es increíble la concha que se cargan cuando tiran su basurita, incluso cuando van a bordo de un camión o un automóvil y la arrojan por la ventana. Lo peor es que cuando alguna persona se les queda viendo, estos cochinones hasta se enojan y echan pleito.
Es muy posible que quien esté leyendo este editorial recuerde algún altercado con una o más personas cuando les han hecho saber que se les “cayó” su basura en la calle. Lo menos que reciben de respuesta es una mentada y de ahí para arriba.
Bien dicen que la ciudad más limpia no es la que se barre diario, sino la que menos se ensucia. Gran verdad en una región y un país acostumbrado a tirar o abandonar basura en cualquier lugar. Total, que ya “alguien” se ocupara de levantarla y ponerla en su lugar. Sí, cómo no.
Tenemos que insistir en que mantener calles y playas limpias es una responsabilidad compartida que empieza desde casa, con los hijos. Hay que enseñarlos a ser limpios, a tener vergüenza y demostrar educación cívica y ambiental.
Particularmente, el tema de las playas es muy especial porque la mayor parte de esos desperdicios van a parar al mar con las sabidas consecuencias para la fauna marina.
Además, si autoridades, hoteleros, restauranteros y ciudadanos voluntarios responsables entregan playas limpias a turistas, residentes y habitantes locales, lo justo es que todos éstos la dejen como las encontraron.
En fin, sabemos que Dios no cumple antojos ni endereza jorobados, pero hay que insistir en pedirle a todos los turistas que en Puerto Vallarta y Bahía de Banderas muchos procuramos que calles y playas estén limpias. Por eso nuestra reiterada petición desde este espacio: Playas limpias sí, pero… a veces qué cochina es la gente, ¿no cree?…